De orígenes humildes, como los de las personas que lo cultivan desde hace siglos, la aceituna Manzanilla Cacereña es una de las variedades más apreciadas entre todas las existentes en España.

En la actualidad, se utiliza con resultados igualmente excelentes tanto como aceituna de mesa, como para la extracción del aceite de oliva. 

El cultivo de la Manzanila Cacereña tiene su epicento en la región norte de la provincia de Cáceres, conocida como las Hurdes, hoy en día una region prospera  que sin embargo fue una de las regiones mas aisladas de Espana hasta mediado del siglo pasado.

En España, se han identificado alrededor de 30 tipos diferentes de aceitunas manzanilla, los más extendidos en volumen de producción se sitúan en la zona de andalucía, otras se cultivan en entornos muy locales. Cualquiera que sea el caso, la Manzanilla Cacereña mantiene unos  atributos distintivos que la hacen la reina incomparable de toda ellas.

En su entorno natural, muchos de los olivos de la manzanilla cacereña, de tamaño y energía modestos, crecen prácticamente desatendidos en colinas y laderas de las montañas, lo que significa que no es un error remoto llamarlos ecológicos. Otros, los más centenarios, se mezclan en el paisaje de pinos y robles, así como en las plantaciones de higos, enredaderas, castaños y naranjos que trepan por las terrazas.

En la actualidad, alrededor de 20 millones de olivos de esta variedad están repartidos por toda la provincia de Cáceres, que comparte esta cifra con algunas regiones de la vecina Salamanca hacia el norte, ciertas partes de Badajoz en el sur, con una parte de Portugal al oeste y Toledo y Madrid al este. Curiosamente, en esta última región el condimento de sus frutos está estrechamente vinculado a la famosa Denominación de Calidad de Aceitunas Campo Real.

Estas exquisitas aceitunas son muy apreciadas debido a lo fácil que resulta separar la pulpa del hueso, así como por su sabor refinado y delicado.

El fruto recibe su nombre debido a su increíble similitud morfológica con la manzana, así como a la posición particular de su tallo. Ofrece una producción de aceite muy baja, aunque esto no altera el hecho de que la calidad de estos aceites es difícil de rivalizar.

Los aceites vírgenes obtenidos de la manzanilla cacareña son frutales e intensos, con un alto contenido de ácido oleico y una excelente capacidad de conservación. En conjunto, son aceites perfectos que, en gran medida, se cosechan cuando todavía están verdes.

Son el resultado del paisaje y del trabajo de los hombres sin prácticamente ningún proceso mecánico, auténticos jardineros de la naturaleza en esos pequeños pueblos en los que la agricultura respetuosa con el medio ambiente es la norma.

"Sin duda si los olivos puedieran únicamente hablar, nombrarían al unisono a la Manzanilla Cacereña como su embajador universal."

 

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